En la historia del rock de los años 70, hay canciones que no solo destacan por su virtuosismo musical, sino también por la fuerza de su mensaje. Stargazer, incluida en el álbum Rising (1976) de Rainbow, es una de esas piezas que trasciende su época. La voz de Ronnie James Dio y la guitarra de Ritchie Blackmore construyen un relato que, más que un cuento fantástico, funciona como metáfora sobre el poder, la ambición y la manipulación colectiva.

¿Qué hace de Stargazer una canción emblemática del rock de los 70?
Lanzada en 1976 dentro del álbum Rising, Stargazer es considerada una de las piezas más ambiciosas de Rainbow. La voz inconfundible de Ronnie James Dio, la guitarra de Ritchie Blackmore y la participación de una orquesta completa le dieron un carácter épico. Fue alabada por la crítica y se convirtió en un clásico del rock progresivo y heavy metal.

Más allá de lo técnico, la canción salió en un momento histórico complejo: apenas un año después del fin de la guerra de Vietnam. Aunque Rainbow era una banda británica, la sensación de frustración por el sacrificio inútil de miles de jóvenes resonaba en todo el mundo.
Así como el mago de la canción sacrifica vidas para su propio y egoísta propósito, en la guerra también se hizo visible cómo se usaban vidas humanas como piezas de un proyecto particular y no de un objetivo colectivo. Este tipo de crítica social es un tema que ya exploramos en la nota de Fallen Art. una obra audiovisual que denuncia con fuerza el sacrificio de individuos en nombre de ideales vacíos.
Esa lectura conecta a Stargazer con una época marcada por la desilusión y la pérdida de confianza en los discursos de poder.
El simbolismo detrás de la letra
El relato del mago que obliga a esclavos a construir una torre hacia el cielo funciona como metáfora universal del abuso de poder. Como el flautista de Hamelín que hipnotiza con su melodía, aquí el mago controla con la promesa de un sueño imposible.
Hoy, casi cincuenta años después, el simbolismo sigue vigente. Los nuevos “magos” no usan túnicas, sino discursos populistas, narrativas de post-verdad o tendencias virales que seducen desde las redes sociales. Las masas siguen patrones sin cuestionar: del “clean look” al estilo “old money”, de la obediencia a un partido político al sometimiento a la imagen de una marca. Versiones modernas de un mismo hechizo. Orwell en 1984 o Atwood en El cuento de la criada ya lo advirtieron: el poder se disfraza y se reinventa, pero su esencia manipuladora permanece.
Escuchar Stargazer hoy: experiencia personal y colectiva
La primera vez que escuché Stargazer fue en mi adolescencia, en un Chile que recién salía de la dictadura. Para mí no fue solo una canción, sino un recordatorio de que no estaba sola al sentirme fuera de la masa. Comprendí que los sistemas —políticos, económicos o culturales— a menudo usan a las personas como piezas para proyectos que solo benefician a unos pocos.
Hasta hoy, la canción me parece un espejo de nuestra época. No vemos armas en la cabeza, pero sí influencers, marcas o movimientos que nos empujan a la obediencia disfrazada de libertad. Nos repiten que “somos libres”, mientras nos atan con símbolos, uniformes y narrativas diseñadas para servir a otros. Stargazer nos recuerda la importancia de resistir a esa hipnosis colectiva y usar el arte como espacio de conciencia.
Más que un clásico del rock, una advertencia
Stargazer de Rainbow es mucho más que un clásico del rock de los 70. Es una advertencia convertida en música: el poder puede disfrazarse de sueño, pero detrás suele haber cadenas invisibles. Volver a escucharla hoy es volver a preguntarnos si estamos construyendo nuestra propia torre o si seguimos cargando piedras para el sueño de otro.