En el arte, la lluvia ha sido muchas veces el lenguaje de lo que no se dice, si no de lo que se siente. En el género de los K-dramas, dónde cada historia busca mostrar un sentimiento compartido, pero que socialmente se calla, la lluvia no es solo agua que cae: es una estación del alma.

Estos relatos audiovisuales cargados de simbolismo, la lluvia se utiliza como una metáfora del invierno en la vida de los personajes. La lluvia pareciera ser una especie de disfraz del llanto, porque bajo la lluvia las lagrimas se camuflan entre gota y gota. Pero así como en la naturaleza, el invierno no dura para siempre. En el universo de los K-dramas, a veces la primavera no espera su turno y se adelanta. Llega en forma de un simple objeto cotidiano, que en estas historias se vuelve profundamente poético: en paraguas amarillos.
Sí, un paraguas amarillo. Tan sencillo, tan simbólico. Como un sol que se posa sobre nuestro personaje para cobijarlo y darle ese abrazo cálido que se necesita para contener el dolor, el invierno. No se trata sólo de que no sigas viviendo ese dolor, porque no llega desde el inicio para evitar que te mojes. Llega después cuando ya estás empapado, cuando ya no hay más agua que retener la ropa y simplemente comienza a escurrir. Más bien aparece como un gesto, una promesa, un acto de cuidado silencioso.
El contraste del color, un amarillo intenso en medio de una oscura lluvia, viene a interrumpir la tristeza, a iluminar de esperanza, recordando que aún en el invierno hay un sol que sigue brillando sobre ti.
Este objeto ha aparecido en series como Propuesta Laboral (Trailer) o Lovely Runner (Trailer), por nombrar algunas. Pero más allá de los títulos, lo relevante es la sensación que genera. Los paraguas amarillos, además, tienen una segunda connotación y esa es que alguien viene a ofrecernos ese refugio bajo de él. Ese significado toca una fibra que muchos conocen: la espera por algo (o alguien) que nos haga sentir a salvo.

Existen los que esperan por el paraguas amarillo, creyendo que es un otro el que dará luz y abrigo al corazón, a poner color en el gris invierno. Pero también están quienes deciden llevar el suyo, sostenerse a sí mismos en la tormenta, sin dejar de creer que quizás, un día, podrán abrir otro más y ofrecerlo con ternura.
Porque el paraguas amarillo no siempre significa que alguien viene a salvarnos. A veces, simboliza la capacidad de ofrecer refugio porque si esperamos que nos ofrezcan ese paraguas, entonces ¿Quién es el que lo trae, quién lo sostiene?. Hay un alguien que tiene la voluntad de amar sin palabras. La belleza de estar ahí para el otro, incluso cuando uno mismo también se moja un poco.
En un mundo donde la lluvia nos llega en cualquier momento y nos transforma cualquier estación en invierno, llevar un paraguas amarillo puede ser un acto de rebeldía luminosa. Una forma de decirle al invierno: no te tengo miedo. Y a la vez, una invitación silenciosa al amor, en todas sus formas.