Hay canciones que no se escuchan, se atraviesan. Gracias a la vida, escrita por Violeta Parra, es una de ellas. No es sólo una melodía emblemática del folclore latinoamericano, si no un manifiesto vital que ha resonado en millones de personas a lo largo de generaciones.
A simple vista parece n canto de gratitud, pero bajo esa superficie late algo más profundo: la voz de la mujer quebrada, la historia de un país herido el eco de muchas almas que han tenido que agradecer en medio del dolor.

Violeta Parra es uno de los nombres más relevantes de la cultura chilena y latinoamericana. Cantautora, recopiladora, bordadora, poeta… una mujer que convirtió su vida entera en arte y resistencia.
Compuso Gracias a la vida en 1966, poco antes de quitarse la vida (1967), en lo que muchos interpretan como una carta de despedida. Sin embargo, su mensaje es mucho más complejo que un adiós: es una recapitulación del vivir, del dolor y la belleza inseparables, de la que aún queda aunque todo parezca perdido.
En Chile, la canción tomó una dimensión aún más simbólica durante los años de dictadura militar. Entre el miedo, las ausencias, la pobreza y la represión, Gracias a la vida sonaba casi como un susurro contradictorio: ¿Cómo agradecer en medio del espanto?
Gracias a la vida, gracias Violeta
Escuchar esta canción siendo niña, en un país que vivía bajo dictadura, dejaba un sabor amargo. Aunque mis padres intentaron protegernos, era imposible no ver los vacíos que dejaban quienes desaparecían. En ese tiempo, dar gracias a la vida sonaba extraño, casi irónico.
Con los años, entendía que esta canción no es una composición sobre el conformismo ni de la simple gratitud. Es, más bien, un lamento desde la resignación. El canto de alguien que ya no tiene nada que perder y que, desde las ruinas, enumera lo que aún no le han quitado: los ojos, el oído, la palabra, el amor. Es un recuento de lo humano cuando lo humano escasea.
Una última revisión del alma, antes de partir o antes de reinventarse.
Para mi, esta canción resuena en los momentos de quiebre: cuando lo externo arrebata lo que creías propio. Cuando una relación, una amistad, un trabajo, un país… deja de ser tuyo por causas ajenas. En esos vacíos, Gracias a la vida actúa como una cuerda frágil que te recuerda que aún puedes nombrar lo que queda. Que agradecer no siempre es un acto feliz, si no una estrategia para seguir de pie.
¿Por qué escucharla hoy?
En n tiempo donde la vida va tan rápido, donde las pérdidas – personales, sociales, colectivas – se acumulan como noticias desechables, detenerse a escuchar esta canción puede ser un acto radical.
Gracias a la vida nos invita a identificar qué es aquello que si desaparece, nos dejaría vacíos. ¿Cuánto de lo que valoramos depende de lo externo? ¿ Cuánto de lo que somos puede sostenerse aún si todo se derrumba?
Violeta Parra no nos dice que la vida es justa ni amable. Nos recuerda que el dolor forma parte del tejido vital. Nos enseña que incluso desde el borde del abismo, aún podemos nombrar la belleza, aunque sea para despedirnos de ella.
Agradecer cuando todo va bien es fácil. Pero hay quienes agradecen cuando ya no queda nada. Ahí, en ese espacio donde el dolor y y la gratitud se abrazan con desesperación, habita esta canción.
Gracias a la vida no nos consuela. Nos enfrenta. Y quizás por eso sigue viva.